miércoles, 16 de enero de 2013
26. ¿Hasta dónde es capaz de llegar?
Me despierto con un horrible dolor en el estómago. Tengo muchísima hambre. El sol de la mañana da luz a toda la habitación del hotel. Tardo unos segundos en reaccionar. Inmóvil, sin ni siquiera girar la cabeza, echo un vistazo a mi alrededor. Descubro a Pablo acariciando mi mano al borde de la cama, con la mirada perdida en el suelo. Me incorporo y él levanta la vista hacia mí. Tiene los ojos algo hinchados, como si hubiera estado llorando y una ojeras le recorren toda la superficie que hay bajo los ojos. ¿Qué le ha pasado? Quizás antes de preguntarme qué le ha pasado a él, debería preguntarme qué me ha pasado a mí. No recuerdo por qué estoy aquí... En sus ojos detecto miedo.
—¿Cómo te encuentras? —Me alivia escuchar su voz.
—Bien... estoy bien. Pablo... ¿qué te pasa? ¿Qué ha pasado?
—Ayer...bueno...¿no lo recuerdas?
—Sé que llegamos a casa, pero no sé qué hago dormida todavía ni por qué tú estás tan preocupado.
—Recibiste una llamada y te desmayaste... Llamé a una ambulancia y te atendieron al instante. No fue nada, ni siquiera tuvimos que salir de la habitación del hotel. Te han mandado hacer reposo durante unos días...
No me da muchos detalles seguramente para que no me asuste, pero esas palabras me sientan como si me hubieran echado un cubo de agua fría. Ahora lo recuerdo todo...
*Me quedo paralizada. Mis dedos responden por sí mismos y pulsar el botón de colgar de mi móvil. El pitido de fin de llamada retumba en mis oídos. Mi felicidad se desploma ante mí en un instante, el miedo invade todos mis sentidos y empiezo a tiritar involuntariamente. Veo a Pablo mirándome horrorizado, sujetando mi cara con sus manos, obligándome a mirarle a los ojos. Me está diciendo algo... Me pide que le conteste. Soy incapaz. Ni siquiera estoy prestando atención a lo que me dice. Mi corazón late desbocado y tengo un nudo en la garganta mientras tímidas lágrimas humedecen mis mejillas. Me falta fuerzas...*
Eso fue exactamente lo que pasó después de la llamada...Ahí me desmayé y por eso no lo recordaba. Agarro mi móvil y lo enciendo. En el registro de llamadas recibidas aparece el nombre del chico de la sonrisa repugnante.
—¿Y tú cómo te encuentras?
—Bueno, no he dormido en toda la noche.
—Lo sé, tus ojeras me han informado de ello. Gracias por haberte quedado a mi lado...
—Es lo mínimo que podía hacer.
Jamás le había visto tan serio y preocupado. Sé que espera que le diga quién me ha llamado.
—Pablo, yo... Tengo que contarte algo.
—Estamos los dos muy cansados... podemos hablarlo más tarde, no te preocupes. —Me sonríe para hacer que su respuesta suene más convincente.— Si te apetece vamos al restaurante, ya es la hora de comer.
Me parece bien. Me dará tiempo a pensar cómo decirle lo de Sergio, ya que no será nada fácil. Durante al comida consigo arrancarle alguna sonrisa y aliviar mi hambre. Lo que más rabia me da es que hemos perdido una noche y toda la mañana por culpa de Sergio. Siempre aparece en el momento más inoportuno.
Durante la comida acordamos lo que vamos a hacer esta tarde-noche, después de que Pablo se eche una larga siesta. Buscaremos por internet un hotel en el centro que dejaremos reservado ya, para que esté todo listo para que nos instalemos cuando lleguemos.
Subimos de nuevo a la habitación. A medida que doy un paso más, una pizca más de miedo se añade en mis pensamientos. ¿Qué dirá Pablo? No quiero causarle problemas y puede que la noticia nos arruine todo el viaje, y eso es lo último que quiero. Ni siquiera me he parado a analizar la situación, y la verdad, prefiero no hacerlo. No sé hasta qué punto Sergio es capaz de llegar.
Me está esperando en el salón mientras yo me lavo los dientes. Apenas puedo pensar... No sé cómo reaccionará. Y aún menos sé como lo arreglaremos. Dejo el cepillo de dientes en el botecito y me miro al espejo. Me coloco un mechón de pelo rebelde por detrás de las orejas y suspiro profundamente. Me dirijo al salón y me encuentro una enternecedora imagen... Se ha quedado dormido acurrucado en el sofá. Parece un angelito... es la primera vez que le veo relajado en todo el día. Es normal, estaba agotado y preocupado. No quiero que lo pase mal por mí... Él es una maravilla de persona. Nunca nadie se había preocupado tanto por mí hasta el punto de no dormir por cuidarme. Me siento en el sillón de al lado y me pongo a pensar. Quizás sea mejor que no le diga nada, por ahora...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me encanta la historia, porfa sigue escribiendo cuando puedas ;))
ResponderEliminarSí, uf, os pido disculpas a todos por tardar tantísimo en escribir. A veces me falta motivación e inspiración. Pronto tendréis un nuevo capítulo, os lo prometo. Esta semana no os libráis de mí. ¡Gracias por estar pendiente!
EliminarPor favor, sube pronto! Se echan de menos....
ResponderEliminarcuando vas a subir capi????
ResponderEliminarcuando subes capi????
ResponderEliminarQuiero más capítulos :))
ResponderEliminarHolii soy Ainhoa y me acabode leer toda tu historia, veo que llevas bastante tiempo sin subir y me gustaria saber si lo vas a seguir haciendo. Besos !
ResponderEliminarme he leido tu historia y me gustaria saber si vas a subir mas; me gusta mucho la historia besos.
ResponderEliminar