domingo, 19 de agosto de 2012

7. Corazón con corazón.

Estábamos los dos en silencio, pero no era un silencio incómodo. De fondo se oía la radio, sonaba Someone Like You, de Adele.
—No te he hablado del vídeo que me hiciste. Terminé de verlo en la habitación del hotel.
Di un respingo y me incorporé del asiento. Le miraba con curiosidad.
—¿Te gustó?—Me mordí el labio de pura impaciencia.—Ahora gira a la izquierda.—Le indiqué.
—La verdad es que no me gustó...
—Ah...Bueno... —No sabía qué hacer, ¿cómo salía ahora de esta?
—¡Me encantó!
—Tonto, vaya susto me has dado.—Me empecé a reír.
—Al final he llorado como un bebé—Se unió a mi risa, pero yo me dejé de reír de repente para mirarle.
—No sabes el enorme sentimiento de satisfacción que produce que la persona a quien más admiras se emocione por saber todo lo que haces por él.—Hablé con sinceridad, tranquila, buscando las palabras apropiadas para encajar perfectamente lo que sentía, aunque se quedaron cortas. Me temblaba la voz.
Justo cuando terminé la frase Pablo paró en un semáforo. Me miraba, y pude notar que le brillaban los ojos.
—Yo hace dos escasos años era un chaval normal que esperaba para sacar su disco. Sigo con ese espíritu y aún me cuesta asimilar algunas cosas que forman parte de mi vida. Y que personas desconocidas para mí me traten tan bien, se preocupen, y lo más importante, que disfruten de mi música, de nuestra música conmigo...es algo indescriptible. Gracias.
Ahora era yo la que se había emocionado. Una lágrima amenazaba con caer, pero Pablo la enjugó con los dedos justo a tiempo, acariciándome la mejilla.
—Gracias por tanto. Ah, sal recto cuando te metas en la rotonda.
Ahora sonaba Bailar Pegados, de Sergio Dalma. Pablo sonrió al reconocer la canción.
—Ey, al final no me has presentado a tu amigo, el que ha participado en el show de esta noche.
Le miro, sin embargo él no hace lo mismo.
—Si...es verdad...—Parecía tenso.
—Pablete, ¿te pasa algo?—Empezaba a pasar que se sentía incómodo conmigo.
—Es que...en realidad no tenía a ningún amigo en el show. He venido por ti. —Me mira fugazmente para ver la expresión de mi cara y después vuelve a mirar la carretera.
—¿Por mí? ¿Pero cómo sabías que iba a actuar allí? Ahora gira a la izquierda cuando pases el semáforo en verde.
—Me lo dijo un pajarito—Sonríe sin dejar de mirar al frente.
—Ah, ya entiendo. ¿Twitter?
—Exacto.—Se ríe.—La verdad es que...aún no sé por qué estoy aquí.
—Pablo, si yo molesto, de verdad que no me importe que me dejes aquí mismo, me pillaré el bus más cercano.
—No, Marina, por favor. No me refería a eso. Creo... creo que te quiero—Hizo una mueca con los labios y me miró.
No sabía qué decir. Él era mi ídolo, y yo por supuesto que le quería. Mucho más de lo que se pudiese llegar a imaginar, pero no sabía si de la manera en la que me quería él...
Me limité a poner mi mano sobre la suya, que estaba en el reposa brazos esperando tener que cambiar la marcha. Pase mis dedos sobre sus dedos. Encajaban perfectamente. Me estremecí al sentir el tacto de sus manos.
Pablo canturreó solamente una parte de la canción, con una sonrisa.
"Corazón con corazón, y en un solo salón abrazadísimos los dos, acariciándonos, sintiéndonos la piel"
Un escalofrío recorre mi espalda.
Me mira cada dos segundos mientras Sergio Dalma canta la última estrofa desde la radio.
"Verás la música después, te va pidiendo un beso a gritos y te sube por los pies, un algo que no ves, lo que nunca se ha escrito."
¿Estaría Pablo queriéndome decir algo? El rato que estamos en silencio lo aprovecho para pensar. Me ha dicho que me quiere, sin más rodeos. Estoy confusa. He soñado algo así seis veces,  pero nunca imaginé que pudiera hacerse realidad. No estaba preparada para esto. Aún así, tendría que tomar una decisión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario