domingo, 2 de diciembre de 2012

20. ¡Tú!

La luz que entra por mi ventana  me sienta como una patada en el estómago. No puedo abrir los ojos, me pesan los párpados. Me doy media vuelta y me acurruco entre las sábanas. Sin pensar, sin recordar.
No tengo claro el tiempo que pasó desde que me quedé dormida de nuevo hasta que noté que alguien me acariciaba el pelo. Pablo...
Pongo mi mano sobre la suya, pero él no hace nada. No hay delicadeza. No hay pasión. La habitación no está impregnada del olor tan característico de Pablo. Abro los ojos lentamente, hasta que reconozco a la persona. ¿Qué hace aquí? ¿Qué quiere? Me incorporo de un salto y me quedo sentada en la cama, aún entre las sábanas. Los dos nos miramos el uno al otro, pero nadie es capaz de romper el silencio. No me aparta la mirada ni un segundo, no sin sonreír de esa manera tan repugnante. Sergio.
Miro hacia la puerta. Se oyen unos ruidos en la cocina.

—¡Rocío!—Tenía que ser ella.—¡Rocío, ven!
—¿Qué pasa? ¿Cómo te encuentras?
—Perfectamente, ¿qué hace él aquí?—Señalo a Sergio.
—Bueno...pues...
—¿Qué ha pasado Rocío?—Levanto el tono de voz y echo un vistazo rápido a la pecera de Caramelo. Hasta él parece intranquilo.
—Te desmallaste mientras estábamos en la fiesta de Blanca...¿te acuerdas de algo?
Intento recordar. Agudizo la vista, entrecerrando los ojos...entonces lo recuerdo todo.
—¡Tú!—Señalo a Sergio.—Lo último que recuerdo es cómo sonreías mientras yo estaba mareada. Tenías la misma sonrisa asquerosa que ahora. ¿Qué me has hecho?
—Marina, ¿¡te has vuelto loca?! Él ha estado toda la noche cuidándote conmigo.—Ignoro el comentario y vuelvo a dirigirme a él. Sé que ha tenido algo que ver.
—Vamos, Sergio, me dirás que tú no has hecho nada.

Empezaba a tener mis sospechas sobre lo que había pasado. Minutos antes de desmallarme había aparecido por detrás, su forma de actuar justo después y ese "Hasta ahora", y el sabor extraño de la Coca-Cola.
Sergio seguía clavando sus ojos en los míos. Tal vez creía que así me intimidaría y no dejaría al descubierto lo que hizo delante de Rocío.

—¿Qué? Cuéntale a Rocío lo que pasó, que tú mejor que nadie lo sabe. —Le incito a que lo cuente, quiero saber hasta dónde puede aguantar, pero él sigue inmóvil.
—¿Qué pretendes Marina?—Rocío se empieza a alterar.
—Que él mismo te diga por qué me desmallé. Sigo sin entender qué hace aquí.
—Está aquí porque se ha preocupado por ti, ¿y es así cómo se lo pagas?
—Sé que fue culpa suya que me desmallara de repente.
—Sí, venga, y qué más. Si quieres que nos vayamos solo tenías que decirlo.

Sergio se levanta de la cama y se aleja sin decir nada. Rocío suspira a mi lado y se va con él.
Me quedo sola en mi casa. Sinceramente, necesitaba un poco de tranquilidad. Aunque fisicamente me encuentro perfectamente, moralmente estoy destrozada. No sé como llegué a casa ni qué pasó después. Pensaré en positivo y me convenceré a mí misma de que después de que me desmallara, me trajeron a casa y me quedé dormida en mi cama. Aunque las intenciones de Sergio eran otras. Por suerte Rocío estuvo allí... pero ahora estaba enfadada conmigo. Mierda... Lanzo un suspiro ahogado al aire.
¿Y Pablo? Agarro rápidamente el móvil. Cinco llamadas perdidas y un montón de WhatsApp. Solo espero que no Sergio y Rocío no lo hayan visto...



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