Perezosa y agitada mañana de domingo. Me despierta el ruido de algo arrastrándose por toda la casa. Analizo los sonidos, aún sin abrir los ojos. Efectivamente, son maletas. Perfecto, se van de vacaciones.
No sé qué pensar. Mi propia familia no cuenta conmigo para irse juntos a la playa, aunque si lo miro por otra parte, me alegro de que no lo hayan hecho. No soportaría un día todos juntos con el ambiente que hay. Además, así podría estar con Pablo sin preocuparme de ellos durante una semana entera.
Mi madre abre la puerta de mi habitación.
—Marina, ¿estás despierta?
—Ahora sí.
—Nos vamos a Huelva de vacaciones, tu hermano también viene. Volvemos el domingo después de comer. Ya sabes arreglártelas sola. Cuídate.—Me da un beso en la mejilla y sale de la habitación.
Oigo como salen de la casa y cierran la puerta detrás de ellos.
Me lo imaginaba. Ni me han preguntado por el show, y mi hermano y mi padre ni siquiera se han dignado a entrar a despedirse. Al menos yo no soy como ellos y espero que disfruten de las vacaciones.
Intento no rayarme, no darle importancia, pero sé que este tema me puede. Necesito pensar en otra cosa. Pensaré en Pablo.
Ahora me invadían las típicas dudas que tienen dos personas al principio de una relación: ¿Qué somos?
Si es que llegamos a ser algo... Por mi parte, no ha sido solamente un beso apasionado...pero ¿por la suya?
Necesitaba aclarar todas esas dudas. Pero yo no me siento con la confianza suficiente como para mandarle un WhastApp y quedar. Tengo que buscar soluciones...
Al parecer, Pablo me lee la mente y mi móvil vibra.
"Buenos días pequeña."
"Buenos días Pablete"
"¿Te apetece quedar dentro de un rato?"
"Por supuesto. ¿Qué sueles hacer en las mañanas de verano?"
"Salgo a correr. ¿Te apuntas?"
"Por mí perfecto."
"¿Dónde quedamos?"
"Mis padres ya se han ido de vacaciones, así que puedes pasar a recogerme a mi casa"
"Vale, en un hora estoy allí."
Me levanto de la cama de un salto y levanto la persiana, tengo que prepararme. Hace un día precioso.
"¡Nos vemos Pablete!"
"Hasta luego mi niña"
Se nota que ni él ni yo somos de hablar por WhatsApp. Preferimos a la cara, dónde se puedan ver los sentimientos y reacciones de la otra persona. Dejo el móvil y me pongo a desayunar. Tendré que ir a comprar antes del miércoles o me quedaré sin reservas. Ahora que estaba sola se respiraba una tranquilidad en casa que nunca se hubiera conseguido si mi hermano merodease por ahí.
Puse el acústico de Pablo a todo volumen y me vestí. Me puse unos pantalones blancos cortitos de hacer deporte y una básica negra de tirantes. Aproveché que todavía me quedaba tiempo para ordenar un poco toda la casa.
Son las doce menos tres minutos y suena el timbre. Me sorprende que sea puntual, porque Pablo siempre llega justo de tiempo a todas las entrevistas. Aunque supongo que cuando llega tarde son por temas externos a él.
Una sensación extraña me recorre de arriba a abajo. Estoy nerviosa, sí. Al fin y al cabo sigue siendo mi ídolo y todavía no he asimilado todo lo que me está pasando. No sé si asimilarlo me vendrá mejor o peor.
Respiro hondo y abro la puerta. En mi cara se dibuja una de mis mejores sonrisas solo con verle.
Lleva sus gafas de sol, un pantalón de hacer deporte por la rodilla, una camiseta blanca normal y corriente y el pelo ligeramente despeinado. Se me hace raro verle en chándal, pero está guapísimo.
—¡Buenos días pequeña!
—¡Buenos días Pablete!—Nos damos dos besos.
Pablo sonríe al reconocerse en la música, porque el CD de En Acústico todavía no había acabado.
—¿Ya estás lista?
—Sí, voy a parar la música y en seguida salimos.
Salimos de casa.
—¿Hacia donde vamos Pablete?
—Por aquí cerca hay un parque precioso y muy tranquilo.
—Perfecto, ¡vamos allí!
Se me notaba en la voz que estaba ilusionada. Y a él también, aunque parecía un poco inseguro. Estaba raro...
Pasamos una hora corriendo. Casi no podíamos hablar porque íbamos a un paso demasiado rápido.
Fue una buena experiencia, sobre todo al lado de Pablo. Solo era capaz de oír su agitada respiración. Me ponía la piel de gallina.
Volvimos a casa. Yo quería pasar más tiempo con él. Además, aún no sabía qué eramos, ni lo que él quería...
—¿Te apetece quedarte a comer? Estoy sola en casa.
—Me tengo que duchar y cambiarme de ropa. ¿Quedamos después?
—Vale, sí, mejor.
—Vengo aquí a las cinco.
—Perfecto.—En casi un impulso, un acto casi involuntario, le doy un beso en los labios. Rápido, fugaz. Ni siquiera lo había pensado, me había salido solo. Necesitaba sus besos. Pablo se quedó un poco sorprendido, pero su sonrisa se ensanchó.
—Hasta luego pequeña.—Se fue alejando hacia su coche, pero antes de montar en él se da la vuelta y me tira un beso, sonriéndome.
Cierro la puerta de casa y me quedo apoyada en ella desde dentro. No hay manera de consiga creerme que todo es real.
Me ducho, me cambio de ropa y preparo la comida. Como tranquilamente y dejo todo recogido. No tenía prisa, había tiempo suficiente. Ahora eran las cuatro de la tarde, todavía quedaba una hora para ver a Pablo.
Voy a mi habitación y coloco los cojines de mi cama formando un respaldo sobre la pared. Ahora la cama parece un sofá. Decido ver la tele mientras espero a Pablo.
Tan solo pasaron diez minutos cuando me di cuenta de que no le estaba prestando atención a la televisión. Estaba pensando.
Antes de ver a Pablo, necesitaba aclarar las ideas. Esta mañana ha estado un poco raro, pero si ha quedado conmigo es por algo... quizás quería decirme que no somos nada, pero no ha visto una oportunidad para decirlo. Estoy confusa. Tal vez esté siendo demasiado negativa...o realista.
Me encanta es genial lo que le pasa, cada vez que leo unos de tus capitulos tengos mas ganas de que llege el sigiente. Y me encanta lo que le pasa me gustaria que se hiciera realidad. Un besazo.
ResponderEliminarEsta fantasticoooo! Espero el seguiente :) un beso
ResponderEliminarMuchísimas gracias a las dos. Espero poder subir el siguiente pronto, ya tengo escrito la mitad. Muchas gracias por comentar cada capítulo, me hace mucha ilusión. Un besito, :)
Eliminar